El patrimonio de Castilla y León

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martes, 26 de enero de 2010

De nuevo Escalada

LAS HUMEDADES SE CEBAN CON LA IGLESIA PESE A LA RESTAURACIÓN
En septiembre terminaron las obras de rehabilitación de la techumbre del templo con el fin de acabar con la humedad, que afectaba a la iglesia mozárabe y a la medieval
Cristina Fanjul
Diario de León

O le han echado mal de ojo o hay un gafe cerca. El caso es que San Miguel de Escalada parece estar tocado por los hados de la mala suerte. Menos de cinco meses después de que terminaran las obras de restauración de las cubiertas y protección de los restos arqueológicos, las humedades vuelven a ser dueñas del monasterio. Las lluvias de estos meses unidas al frío y las nevadas han provocado que las imágenes de la cabecera exterior del templo, del ábside y el muro norte sean tal y como aparecen en las imágenes.
Los responsables de la Consejería de Patrimonio de la Junta de Castilla y León aseguraban que la iglesia estaba totalmente restaurada, anunciaban que la siguiente fase del proyecto serían las visitas guiadas -”en colaboración con los ayuntamientos de la zona-” y explicaban que este año darían comienzo también los trabajos de adecuación del entorno.
Las obras recepcionadas en el mes de septiembre tuvieron una inversión de 185.000 euros y consistieron en la restitución de la techumbre del monasterio con el fin de acabar con la humedad, que ponía en peligro tanto la iglesia mozárabe como la medieval. Las obras se centraron en la rehabilitación de la techumbre lateral del conjunto.
Además, el proyecto contemplaba la consolidación de las tumbas de los monjes que se encontraron durante los trabajos de excavación arqueológica que terminaron en el año 2004.
Advertencias. Hace ya cuatro años, Artemio Martínez Tejera, autor de la única tesis doctoral existente hasta ahora acerca del monasterio destacaba en las páginas de Diario de León la inoperancia de instalar un paredón para evitar las filtraciones de agua. Este mecanismo ya se probó en la restauración realizada entre 1829 y 1833 y no funcionó, lo que no evitó que volviera a repetirse en la restauración que Geofisa llevó a cabo en el 2004.
Asimismo, subrayaba que las canalizaciones de agua realizadas por Menéndez Pidal en los años cuarenta -”que tenían el objetivo de desaguar el agua para que ésta no se filtrara al monasterio-” se destruyeron en las últimas obras con el consiguiente daño para el templo.
San Miguel de Escalada ha sufrido desde el siglo XIX no menos de doce rehabilitaciones. Algunas de ellas, como la de Demetrio de los Ríos, Menéndez Pidal, y Rodríguez de Cueto han sido muy minuciosas. Otras, no tanto. El CSIC descubrió que algunas restauraciones estuvieron a punto de poner en peligro el edificio. En 1981, el riesgo de movimiento del edificio se combatió con un «micropilotaje» de un muro que pretendía «atar» la iglesia y evitar así desplazamientos.
Sin embargo, esta obra, lejos de solucionar el problema, rompió el equilibrio estructural del edificio, convirtiendo la fachada occidental en un paramento fijo frente al resto de la iglesia, sujeta a los movimientos naturales del terraplén sobre el que se asienta. Por si fuera poco, esta misma fachada occidental volvió a ser sometida a una profunda reforma de manera casi inmediata con motivo de las excavaciones del edificio. «Se desmontaron los contrafuertes, considerados inútiles, se rehicieron las partes altas de las naves laterales y un tramo de la nave central, situado entre el dintel de madera de la puerta original y la viga alta que marca el inicio de la obra mudéjar». Y lo peor de todo: la obra se ejecutó en una «mampostería burda, cogida con cemento, para la que curiosamente se emplearon escombros, como demuestra la singular presencia de un tubo de hormigón. Tal fábrica fue ocultada por unas capas de cemento que han sido eliminadas con motivo de la restauración actual».

Un caso agravado por las corrientes subterráneas
El monasterio de San Miguel de Escalada no se encuentra en un lugar ideal para su conservación. A su situación coluvial y al terreno arcilloso en el que se asienta, hay que unir el hecho de que una parte del templo se construyó sobre roca y otra parte sobre arcilla. Esta conjunción hace que la tierra se mueva y desplace los muros. En este sentido, cabe destacar que el muro y el ábside sur se encontraban peligrosamente desplazados cuando se acometió la restauración de Demetrio de los Ríos. A todo esto hay que unir que San Miguel es un terreno caracterizado por las corrientes subterráneas, lo que agrava el problema.

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